Obras por aquí y por allá

sábado, 19 de mayo de 2018

Caja con flores


He metido las flores que hice el año pasado en una caja de cartón para transportarlas todas juntas, sin perderlas por el camino, a una pequeña movida expositiva o decorativa en Ca Vane.

Las flores, más de ochenta, hechas con capas de distintos colores de organza recortada y cosida en dolorosas torceduras para los humanos, ni por los abalorios e hilos que llevan pesan, y por eso se vuelan y pierden por ahí. Solo el alfiler que las atraviesa las retiene un poco de su ímpetu al vuelo.





El alfiler que llevan no es por sadismo: las sujetaba a la pared del estudio donde han permanecido colgadas mientras las hice hasta ahora, que se van de paseo a ver mundo y airearse.


Mientras colgaban allí, tuve la idea de hacer con hilos un vestido engarzándolas, pero no resultó el asunto y lo deseché. Ahora tengo otra idea para ellas, que ya he empezado a realizar, pero pueden irse unas semanas hasta que las necesite.






En la caja están amontonadas por capas, y al verlas así, todas apelotonadas, me gustó su aspecto visceral,  y las saqué estas fotos -y ya de paso le muestro la idea a Vane-.





Me temo que algo en la cámara les ha sacado tremebundos brillos rococós. No son tan pomposas, no. No son como señoronas de Ingres, no son madames recibiendo en su salón: son así, flores, mi señor, solo flores. Son.


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