El papel de fumar es tan pequeño y de tan poco gramaje, que resulta sumamente volátil
---yuuuuuhhh, ¡que se vuela, que se vuela! Si solo he respirado y el maldito se ha escapado y ahora no sé debajo de qué mueble se ha ocultado..................
Por eso es lo menos invasivo como obra que hay en este mundo: se guarda en una bolsa de celofán y se olvida en un libro.
También se puede unir varios papeles -metidos en su bolsita- con un sedal, y colgarlos de un alfiler de cualquier hueco que quede en una pared o en el techo.
(Otra posibilidad es tirarlo a la basura, porque no vale dinero (je) -en el siglo XXI somos ansí-)
(y esto no tiene nada que ver con lo masivo, con las esculturas grandes ni los enormes edificios, que se nos imponen a la mirada y a nuestro paso, nos gusten o no). (Ni tampoco con los cuadros de 300 x 300 que tanto gustaban en los 90, y ya se sabe que el tamaño importa mucho en el precio final).
Además los papeles de fumar se almacenan y transportan muy bien: 40 de ellos caben de sobra en uno de esos sobres de plástico con cierre.
(y es que los plásticos de todo tipo tenemos muchos problemas con el almacenamiento de nuestras obras. Es decir, los plásticos que no vendemos ná y que no pintamos nada en todo ese tinglado incognoscible del mercadeo del arte).
(Y finalmente, son muy baratos y tienen otras utilidades, como liarlos para hacer petas o cigarros o lo que Ud. desee)
Pero, eso sí: que nos quiten lo bailao
Con ese papel se construye todo un mundo.
ResponderEliminarPienso, J.G., que con cualquier cosita se construye un mundo. Y eso tú lo practicas con tus fotografías.
ResponderEliminarEl arte en buenas manos que bien se construye
ResponderEliminarPor querencia (al fumar) y por belleza, fragilidad y analogías (pétalos), adoro estas obras.
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