Estos días pasados ha ocurrido algo silencioso. Las ramas desnudas de los árboles se han ido poblando de cosas, cosas que son puntos, bultos, quiebros en las líneas de las ramas. Cosas llamadas brotes, supongo.
También han aparecido nuevas ramas, nuevas líneas tenues, que rompen la corteza para salir, dejando un bolondrón muy interesante en el tronco del árbol.
Todo con mucho silencio, sin despliegue de medios, sin alharacas. En secreto.
Estos seres verdes de las ramas, envueltos por una cascarilla amarillenta, peluda y semitransparente que me encanta,
se hacen notar discretamente en el suelo: caen y se estazan, reventando y dejando unas bonitas manchas verde-amarillentas muy texturadas, que pueden ser confundidas con caquitas de pájaros.
Son estos seres, los seres de cada primavera.
Es una música callada. Una preciosidad.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Sí, Francesc. Y cada día trae su música en estas primaveras. Ya vi las primeras semillas volátiles, aquenios, de chopos, en un ramillete totalmente verde aún. Gracias
ResponderEliminarEn eso consiste la maravilla.
ResponderEliminarMe encanta que nos regresemos en compañía siempre.
ResponderEliminarCreo que siempre me voy a acordar de ti, Ana, en especial cuando empiezan a caer todas estas cosas de los árboles.
ResponderEliminarGracias a todos por comentar las maravillas estas que no valen y pasan tan pasajeramente.