31-I-85. Hoya de Medina de Pomar. I. Anticlinal de Lahor
(escrito en la parte superior de la lámina)
Me fascinan estos cortes geomorfológicos, y más si están realizados a mano, por el temblor y decisión del trazo, sus dudas, propias de quien al dibujar está pensando.
Me gustan estos dibujos con todos esos pliegues paralelos, juguetones, cortados por fallas, subiendo, bajando, desmeleándose en curvas imposibles.
Me gusta pensar son un retrato del relieve externo, un paisaje, [Ah, el paisaje....], que reproducen fielmente una superficie específica que miramos... pero, sin dejar de serlo, resulta que en ellos se exagera las auténticas dimensiones de los relives representados, como me relató un especialista en geomorfología, para decepción mía... Yo los miraba ingenuamente como paisajes, externos. Pero también internos: lo que hay debajo de lo que miras y no puedes ver.
Me gustan todos esos signos de las capas, que no entiendo, y creo que indican el tipo de terreno (margas, margas yesíferas.. ¿El Keüper? -algo recuerdo aún-). Y me gustan todas esas letritas encaramadas a lo alto de las montañas, abreviaturas (cotas?), que tampoco entiendo.
Y me fascinan las otras letras, las palabras que son topónimos e identifican los lugares, que con sus nombres, Alto de Hayo, R. Purón, Río (a secas), Portillo de Lerón, Campullido, sacan del anonimato el lugar representado.
Son parajes que desconozco totalmente, que no encuentro en los mapas de carreteras, ni en los atlas, conocidos por los moradores de tierras cercanas y por estos locos especialistas en dibujar para entender qué hay debajo de la tierra que pisamos, los geógrafos y geomorfólogos.
Por más que sean dibujos científicos, yo los veo como dibujos, y me son muy evocadores.
¿Qué habrá bajo la gran bóveda central del dibujo segundo? ¿qué será lo que se ha dejado de representar, nombrar, indagar?
Estos dibujos, cortes geomorfológicos, fueron dibujados y cuidadosamente fechados por el geógrafo Jesús García Fernández, que consideraba que no sabía dibujar --- porque no tenía los conocimientos de dibujo para hacer perspectivas, ni retratos de estos parajes a vista de pájaro, dado que se educó en la guerra y postguerra y en aquellos tiempos no se enseñaban esas zarandajas a los críos-
En cuanto los he visto he visto también la mano que los trazó. ¡Y pensar lo que yo podía haber aprendido! Y aquellas excursiones de los sinclinales y anticlinales en frío directo por Burgos o Palencia...Pero me dio cate. Con lo que la vida se perdió un geógrafo aunque no la sensibilidad de ciertos temas que aún laten dentro de uno. Gracias por recordarlo y hacer que yo recuerde el tiempo perdido.
ResponderEliminarY andar arriba abajo por los sinclinales y anticlinales.. qué placer, con lo que les gusta a los diletantes pasear por los rastrojos, espcialmente con sandalias, hundirse en el fango junto a los ríos crecidos, meter la pata en huecos ocultos por la nieve, atravesar arenales bajo pinares ardientes, y agarrarse, en caso de caída, siempre siempre a las zarzas.
ResponderEliminar