Mi legado sería esta reserva de agua.
Nada más puedo darte a mi partida.
Ha sufrido inclemencias pero aguanta en silencio
contra todo pronóstico de sequía.
He hecho provisión sin saber bien por qué
de la gota caída del pico de los pájaros,
del sudor exhausto en las huidas,
de los ojos de niños asustados.
La lluvia siempre se alió a mi cuidado
y es agua limpia saciando abrevaderos,
pero piensa que,
si para algo sirve un día lo que pueda dejarte,
estará en el rocío de una brizna de hierba
un día de verano, al despertarte.
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