(nido)
pluma y tul
3,5 x 8 x 9 cm. aprox.
Había llegado a la conclusión de que ya no deseaba seguir construyendo objetos frágiles, objetos volátiles, pequeños, apenas visibles. No deseaba seguir trabajando sobre los seres frágiles o con ellos.
Pero el Elefante Rosa hizo una convocatoria para hacer el fanzín Nº X, e impulsó de nuevo mi afán por la colaboración, el intercambio de ideas, la participación: el movimiento y el deseo.
La convocatoria, en la que se hablaba de lo frágil, y que proponía el tema "nido, refugio"... me hizo ponerme en marcha en contra de mis conclusiones: obviamente, pensé en construir un nido, refugio, acogimiento.
Tuvieron sentido las plumas que fui recogiendo del suelo el año pasado, cuando al llegar a casa me ponía a sacar la cosecha de la mañana, a limpiarlas y desinfectarlas con mucha prudencia, dejarlas secar, peinarlas. Y el tul, que guardaba pendiente de desear hacer otra obra que en algún momento ideé. Y una pequeña clase de costura que Bulgarcita Pingos me dió, con la finalidad de ayudarme a hacer otra obra que me rondaba fuertemente entonces.
Cuando estaba construyendo el nido comencé a rechazar las plumas y plumones más grises. Y empecé a sentir inquietud y cierta repugnancia por las plumas. Inquietud ante la posibilidad de una desinfección deficiente, repugnancia hacia ese ser tan vivo.
No quise seguir. Me paré, pero volví. Lo continué. Y cuando finalmente lo di por acabado persistía el rechazo y la inquietud y la repugnancia: la experiencia de sujetarlo en el cuenco de la mano me resultaba turbadora: la suavidad de las plumas, casi viscosa, sus movimientos casi imperceptibles..
Finalmente le di la espalda y dejé de pensar en él, de sentir nada sobre él. Cuando lo volví a mirar, lo acepté.
Luego le busqué con qué cubrirlo de vientos y polvo y lo coloqué sobre una peana.
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