Giuseppe Penone: Essere fiume
40 x 40 x 48,6 cm., 1981
Ser río,
es esta obra del artista italiano Giuseppe Penone, que consta de dos
piezas: una de ellas es una piedra extraída del lecho del río. La otra
piedra, extraída -¿excavada?- de la montaña a cuyos pies transcurre el
río, ha sido trabajado escultóricamente por Penone a imagen de la otra.
Pero
no exactamente "a imagen de la otra", de la piedra sacada del río, sino
reproduciendo con los procedimientos escultóricos los procesos
naturales que tiene que haber sufrido la piedra del río hasta alcanzar
ese estado y forma: roturas por choques con otras piedras en la
corriente, abrasiones por las arenillas que lleva el río, pulimento por
la acción erosiva del agua. Procesos de siglos y siglos acumulados en
una piedra como cualquier otra.
Giuseppe Penone, describe de esta forma tan poética -con permiso de Alberto Santamaría- su pensamiento sobre el río y lo que en él transcurre, un pensamiento de geólogo, poeta y artista plástico:
El choque de los peñascos entre sí durante las crecidas, el frotamiento continuo de la arena en suspensión, el movimiento incesante de las aguas en el fondo provocan el muy lento desplazamiento de los pedruscos, el lento movimiento de las rocas de tamaño medio, el curso más rápido de la grava, el flujo acelerado de la arena fina, verdadero río en el río.
El río transporta la montaña. El río es el vehículo de la montaña. Los golpes, los choques, las violentas mutilaciones que el río inflige a las rocas más grandes al golpearlas con piedras más pequeñas, la filtración de las aguas en brazos más finos, en las fallas, arrancan trozos de bloque. Todo sirve para bosquejar la forma -efecto de un trabajo continuo hecho de grandes y pequeños golpes, de suaves roces de arena, de fragmentos cortantes, del frotamiento lento de grandes presiones, de choques sordos. La forma se dibuja y se vuelve cada vez más aparente. ¿No tiene el río el proyecto de revelarnos la esencia, la cualidad más pura, más secreta, la densidad extrema de cada elemento de la piedra? [...]
Es imposible suponer, es imposible trabajar la piedra de un modo diferente al que utiliza el río. El punzón, la broca, la gradina, el cincel, el abrasivo, el papel de lija, son los instrumentos propios del río.
Extraer una piedra que el río ha esculpido, ir andando hacia atrás en la historia del río, descubrir el sitio preciso de la montaña de donde ha venido la piedra, extraer de la montaña un bloque completamente nuevo es ser uno mismo río [...]. Para esculpir la piedra de verdad, hay que ser río.
[...]
Para mí todos los elementos son fluidos. Incluso la piedra es fluida: una montaña se desmorona, se convierte en arena. Solo es cuestión de tiempo. Es la corta duración de nuestra existencia la que hace que llamemos "duro" o "blando" a éste u otro material. El tiempo echa a perder estos criterios. [...]
Penone
está recreando con palabras el río y su larguísimo acontecer, la vida
de la piedra y la montaña, invisibles para nosotros, casi impensable
para nosotros.
Cuestiones
alejadas de nuestro pensamiento, más bien. Pero que están ahí fuera, y
para Penone están en la base de su poética y su práctica artística.
Todos los textos de Penone proceden de la obra de Germano Celant, Giuseppe Penone, (1989)
como nota Georges Didi-Huberman.
La
escritura y el pensamiento de Didi-Huberman sobre esta obra de Giuseppe
Penone, la escamoteo en esta entrada, para que cada cual se acerque a
la lectura de su libro, mucho más amplio aunque breve -intenso- y
encuentre allí las interpretaciones que están esperando.
Estos textos de Penone, están tomados en definitiva del libro -magnífico-:
Georges Didi-HubermanSer cráneoCuatro ediciones. Valladolid, 2009Traducción: Rosario Ibañes
La dimensión del pedrusco
ResponderEliminarNo hay que perder la memoria,
recordar las medidas de los mejores pedruscos.
Bien medidos los tenían frigios y troyanos.
La piedra no debe ser más grande que la cabeza de un
[conejo.
Mejor cantos que guijarros,
aunque sean los que rodaron
río abajo hacia el mar Etrusco.
Conviene cargar el cesto
de granito poliédrico de aristas frías y feldespato brillante,
de piedra de ojo de serpiente y de caliza picada,
cargar el saco con piedras de San Vicente
y no menospreciar el basalto,
que tanto uso hicieron de él vándalos y alanos,
pues es piedra eficaz para insensibles
y paquidérmicos rivales.
Un volumen esquinado
señala con precisión
la frente y las sienes del enemigo.
El arte interviene en el lanzamiento,
la mano debe tener la tensión del auriga
y el brazo debe hacer el recorrido preciso
de una media coreografía.
Entonces, el canto saldrá alado,
en trayectoria parabólica, casi plana,
rompiendo la densidad del aire
y el impacto adquirirá la estética
de un rayo concreto
y dibujará hilos rojos de sangre
que marcarán, quizá, las páginas
de este libro que tienes en las manos.
Bonito poema. ¿Es tuyo, Francesc?
ResponderEliminarSí, es mío. Es una traducción de un poema mío, en catalán, "La dimensió del roc" que está publicado en mi libro Doble Tall (doble filo. Se trata de un poemario de versos afilados.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó