En la exposición "Geodésico" del escultor Félix Orcajo, realizada en el Espacio expositivo El huerto del tertuliano (Fuente Olmedo, Valladolid), pude contemplar a gusto las obras, y entre ellas, éstas:
La jaula aplastada y deshecha, con la pluma coronándola arriba, por si quedara alguna duda de que algún volátil la habitó, estaba situada en un nicho en la paed de la escalera.
Al contemplarla sentía por un lado la violencia del aplastamiento, del que creía ver escapar -con suerte, si la tuvo- a una paloma despavorida.
Por otra parte, la delicadeza de las varillas deformadas, y de los alambres que sujetan la pluma y toda la obra pendiente, con la base de la jaula a punto de desprenderse y caer, me parecieron muy poeticos.
Algo similar ocurre con este grupo de obras, dispuestas sobre el suelo como lápidas.
Con toda su poesía, la delicadeza con que han quedado atrapadas las palomas con sus plumas visibles, convive con el desasosiego de saber que las palomas, muertas, fueron atrapadas en un nicho de cemento donde quedaron descomponiéndose a la intemperie, bajo el efecto de otros animales y bichos y lluvias, vientos, heladas, en un proceso más allá de la acción del escultor, que lo provocó.
Todo el proceso queda atrapado aquí, entre el hueco del cuerpo y la solidez del cemento.
Otra obra que me encantó, con su sencillez, es esta doméstica repisa con sus no menos domésticos platos, sobre los que se elevan sendas pirámides de clavos y otros hierros.La obra, muy hermosa y hermética, contiene también una violencia: la sugerencia de comer clavos, que deja un gusto desasosegante.
Vista parcial de la instalación que invadía, desde una pared, al fondo, casi todo el espacio del piso superior de la galería.
En la exposición había también un conjunto de rayogramas de insectos y otros bichos: todo con un aspecto muy extraño, con manchas e irregularidades propias de la técnica, con el asombro por insectos vistos a tanto tamaño, y enmarcados además en extraños marcos.
Me sugirió lo extraño, lo otro, lo siniestro.
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