A
veces parece que me olvido de que bajo mis pies hay tierra. Un mundo
rocoso subterráneo y muy variado que desconozco, pero atisbo en las trincheras de las
carreteras, en las montañas si no están muy vegetadas, en las
ondulaciones suaves del terreno.
Y luego imagino.
Aquí la roca parece convertida en carne, con la caída blanda de masas y la pérdida de materiales, decapándose, como fundiéndose.
Me fascinan los pliegues. Los sigo con la mirada, feliz, en sus curvas y subidas y bajadas, en su paralelismo y en sus roturas, en su manera de tumbarse y replegarse.
y aquí parece la carne en carne viva, despellejada a dentelladas
y casi son cubos los materiales desprendidos y los que quedan, que se alzan y quedan aprisionados por otra hilera de masas
y vuelven a hundirse y se curvan, como la carne
Me gustaría tener rayos x en los ojos para ver lo que hay debajo. Pero este es oficio de geógrafos, geomorfólogos, que con su conocimiento pareciera que sí tuvieran rayos X en la mirada.
Yo sólo miro.
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