Mientras voy avanzando poco a poco y con delectación, lápiz en ristre, en la lectura de Luz en la arena, la primera parte de la autobiografía de Roger Wolfe, de evocador título, sigo sus pasos por el mundo día a día a través su bitácora literaria, El hombre solitario.
Voy también cotejando su recientemente publicada Algo más épico sin duda, antología poética de la editorial Renacimiento (que se presentará próximamente en Madrid), con su Poesía completa 1986-2001, Noches de blanco papel, de la editorial Huacanano, 2008.
Compruebo que hay cuatro poemarios más en la antología de Renacimiento, uno de ellos desconocidos para mí, El amor y media vuelta. También está en la antología Gran esperanza un tiempo (Qué buen título, my god!) que incluye el poema "Deseo de ser un perro" con el que tanto me identifico.
Los cotejo porque no me fío de que los poemas que recuerdo memorizados no hayan sido modificados por el autor, con su incorregible afán de corregir y corregir hasta la extenuante perfección, que pone en serias dudas mis capacidades cognitivas -el alzheimer, señores-.
En la biácora "El Hombre Solitario", entre traducciones de James Wright y su preciosa "Bendición", Wordsworth, sublime en el Puente de Westminster, el elegante libertino Conde de Rochester , y dos poemas encantadores de Zoe Akins (como Wright sin traducir, que yo sepa), Roger Wolfe inserta entradas de su diario, y a ellas me refiero con seguir sus andanzas en la actualidad, venturas y desventuras, idas y venidas, y afanes, muchos afanes y trabajo, muchísimo trabajo literario y no.
Yo diría que este hombre es todo escritura desde que se levanta por la mañana, y aun en sueños no se le ha negado -la escritura, quiero decir-.
Ha de agradecersele el favor de todas estas traducciones que gratuitamente nos ofrece, por cierto.
A lo que iba: de las entradas de su diario, me ha encantado especialmente ésta del viernes, 16 de marzo, que una amiga me ha calificado de excelente. Ahí va, pues, llena de reflexiones y con el ritmo espléndido que caracteriza la prosa de Wolfe, con su humor y su profundo dolor de fondo, en un círculo que se abre y cierra ante una ventana:
http://labitacoradelhombresolitario.tumblr.com/post/171941190056/viernes-16-de-marzo
Entre tanto, me han venido a la cabeza ,leyéndolo, estos versos que cierran un poema de No amanece el cantor, de Valente, que resuenan desde una lejanía casi olímpica:
Vivir es fácil.
Arduo sobrevivir a lo vivido.
Y asomado a la ventana, rumiando sus pensamientos, musitando "no lo sé", podemos dejar en paz al hombres solitario.
A la espera de su siguiente texto, agradecidos.
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