No sé en qué andaría yo pensando cuando hice esta pintura en 1987.
El año, eso sí lo sé seguro, documentado y todo eso -"pinturas al agua, esmaltes y sal / papel. 70 x 100 cm."-, y en dónde para y con quién y en qué buen estado está, de lo que me asombro y felicito y agradezco a sus propietarios el buen trato, pues perdura esta mezcolanza sobre papel sin cristal ni otra protección en alegre convivencia con los humanos y su vida cotidiana.
Digo que no sé en qué estaría pensando y sí lo sé pero no sé si contarlo o no. Voy a ver si me arranco por bulerías, ayayay!:
En aquellos tiempos me gustaban mucho las texturas. También el correteo de la pintura al agua bien aguada por la superficie horizontal, situación del soporte óptima al pintar enguarrando bien la superficie (pintaba barcelonianamente con el soporte en el suelo, entre otras razones, porque no tenía tanta mesa), correteo o invasión frustrada o renovada por nuevas oleadas de pintura más o menos densa, depende. En esas práctica me encantaba el siseo y dispersión de la sal al sembrarla sobre aquella sopa, así como las luchas entre estas aguas y los barnices y todo lo aceitoso que echara allí.
Sobre el papel, qué aguante tenía, iban aconteciendo cosas muy entretenidas que me ensimismaban en acción, hechos que iba aprendiendo, no exactamente a controlar, sino a saber que eran así.
La pintura se iba conformando más o menos y a partir de ideas como me apetece hacer una zona arenosa, como una playa donde fluyan pequeñas corrientes de agua, donde unas figuras humanas ejecuten acciones no del todo inteligibles.
Esao es una escena de caza, o de amenaza para ahuyentar a alguien de un territorio. Tiene referencias a escenas "primitivas" pelín pintorescas o guasonas.
Me gustaba, a veces, pintar escenas divertidas -un tipo acurrucado bajo una mesa, que solo fue un esbozo- o con esa soledad "primordial" que achacaba entonces a lo "primitivo": un personaje durmiendo desnudo y aovillado en una pequeña playa, bajo o sobre un enorme mar lleno de diminutas olas, Digo bajo o sobre, porque esa pintura sobre conglomerado admitía las dos colocaciones verticales, y en ellas el personaje seguía dormido en su playa solitaria, bien arriba, bien abajo de la imagen, casi aplastado por un mar que se le venía encima.
Esta obra la echo de menos. De ella no conservo fotografía -éramos tan pobres que de vez en cuando conseguíamos dinero para un carrete en cámara prestada y para el carísimo revelado-. Se la llevó un amigo de entonces al que no he vuelto a ver. Vaya Ud. a saber si no acabaría ya hace años en la basura.
Como tantas cosas y tantos de nuestros afanes. O todos, acaso.
Y así las cosas que vivimos, que se irán con nosotros. Y así recordando o encontrando de nuevo obras o sus pálidos sustitutos, las fotografías que las representan, me asombro una vez más de todos los recuerdos que me sacan a la luz, de la capacidad de adherencia de lo vivido de las obras, largo su tiempo de realización tan enraizado a lo vivido, cuánto es lo vivido.
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