Como una obra más, he cosido un burqa a mano durante bastante tiempo. Lo he hecho consciente del punto de fricción que esta prenda de vestir presenta en nuestro mundo, ahora, y más consciente a medida que he ido buscando documentación -imágenes en la red- y publicando lo que iba haciendo.
El burqa lo conocí personalmente, me confronté admirada a él, en una exposición sobre Alejandro Magno.
De ahí supe su antigüedad, muy anterior a su actual significación religiosa, y a nuestro escándalo occidental.
Según me explicó un arabista, en su origen fue el atuendo de las mujeres del desierto, que, como los actuales beduinos cuyas ropas no molestan ni escandalizan a nadie, van muy cubiertos para evitar la exposición al sol y preservarse del calor. Cuando estas tribus se asentaron en las ciudades, conservaron con orgullo su atuendo y el llevar el rostro tapado.
Al mismo tiempo me asombró de aquellos burqas de la exposición sobre Alejadandro Magno, su belleza y cerrazón: los burqas que se presentaban en la exposición me desafiaban por su impenetrabilidad, precisamente: me imponían por ser barreras.
No deseo polémicas, las consabidas y fáciles polémicas occidentales sobre imposición, patriarcado, posesión, religión, borrar la identidad de la mujer, etc.
La polémica para mí está en nuestra mirada occidental, en nuestro juicio y en nuestros muchos prejuicios y la agresividad que vertemos hacia esta prenda, y en quién los promovió y promueve y sostiene.
La polémica y el escándalo para mí están en nuestra cerrazón mental, en la manera en que nos acomodamos a tópicos y pensamientos hechos, ya dados por otros, a no querer pensar más allá ni buscar estados de pensamiento y comprensión que no sean el extremismo y la confrontación.
El único punto que valida el uso o no de una indumentaria, es la libertad de elegirla, y eso es cosa de cada cual, muy mediatizado, como sabemos, por el medio.
Como nos pasa en "occidente" con nuestras costumbres, vestimentas, modas, maneras devivir y neuras, no más. También muy mediatizadas, absurdas mil veces, e impuestas por publicidad, contagio, y mil medios visibles o no tan visibles. Solo hace falta echar un vistazo a una revista de moda, a un semanal, a la propia red, a nuestra manera de vivir.
Con esto quiero decir que nosotros también tenemos muchos burqas, mentales y físicos, sobre los que deberíamos posar nuestra mirada y reflexionar, y no mirar tanto a "los otros" señalándoles con el dedo.
Así en las redes, desde que me he interesado en Pinterest por el tema del burqa y sobre todo, desde que publiqué la entrada anterior con la imagen de la rejilla, he recibido cientos de visitas inusitadas en este blog, continuas y extrañas. Y más de 500 solo en la citada entrada, cosa absolutamente extraordinaria en este lugar.
Visto lo cual, he llegado a considerar el burqa como una cómoda casa transportable que evita miradas y juicios impertinentes, de otra forma insoslayables, de otros machos y hembras. Una manera de eludir la multipropiedad.
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