Versión de El origen del mundo (1866) de Courbet, por Anaya, @hombrequedibuja en Instagram, dibujo (2020) que por sus aspectos escandalosos me ha hecho reírme durante mucho tiempo.
Censurar la obra maestra del maestro, la obra que canta la libertad, el sexo femenino en su apogeo, tararí tarará, esa obra oculta dutante tanto tiempo para disfrute de los pocos elegidos intelectuales que supieron ver en ella sus valores, oculta bajo obras de arte removibles de singular valor also,, circulando entre marchantes lejos de la curiosidad de los legos, presuntamente robada y realmente robada... y por fin triungalmente expuesta al púbico ciento veinte años después de su creación.
Esa obra, de nuevo censurada por un trapillo donde más duele, en la hermosa y brillante pelambrera que casi casi tapa todo lo que hay que ver en ese sexo que dicen se ofrece a la contemplación -yo diría que está de descanso-.
Tanta tinta vertida escribiendo exégesis y pedorrerías sobre la obra y su doble, tanto seso desgastado en interpretaciones, para que venga este Anaya y le ponga un braghetton o paño de pureza y el coño se calle.
Lo mejor es que la braga es una mascarilla o tapabocas, de las higiénicas desechables con cuatro ataduras o lacitos.
En efecto, todo muy higiénico, no contagiante, quizá desechable.
Muy apropiado, ahora, políticamente correcto en su incorrección, adecuado, cuasi moralizante, o mostrando con un dedo todo ello, y por lo tanto, nada de eso, crítico e irónico. Un buen comentario a lo muy icónico.