Adrienne Rich y Mavis Gallant. Paris, julio de 2006
Fotografía de Marisol Sánchez Gómez
Adrienne Rich (Baltimore, 1929) Mavis Gallant (Montreal, 1922)
(Lisboa, 1929)
Clarice Lispector
(Ucrania, 1920 - Río de Janeiro, 1977)
Ana María Matute
Foto tomada de EFE, vía "La verdad de Murcia"
fotografía tomada de Kalipedia
Ana María Matute (Barcelona, 1925)
Louise Bourgueois
Fotografía de Robert Mapplethorpe
tomada de Islakokotero
en The Guardian
Louise Bourgueois (Paris, 1911- Nueva York, 2010)
Gego, trabajando y fumando
tomada de Pauliver
Gego, por Ricardo Armas
Tomada de aquí
Gego (Gertrud Goldschmidt): Hamburgo, 1912 – Caracas 1994
Es un extraño título el de este post, poco exacto:
Es un comentario subjetivo y algo amplio al post de Isabel Bono "Hablando de cuerpos", publicado en el blog "Poetas en la red", y a los comentarios que sobre él se han ido haciendo.
El texto parte de un "además de escribir hay que saber venderse" expresado por otra poeta, Yolanda Castaño, y entiendo que se refiere a saber sacar partido de la imagen personal del autor, es decir, apelando a su capacidad de seducción a través de la imagen externa, y en un mundo en el que se repite machaconamente que "todo es imagen".
Pienso que este amor a LA IMAGEN -la imagen que de nosotros tratamos dar a través de nuestro físico, actitudes y poses, y otros elementos externos a la piel (ropa, maquillaje, peinado, compelentos)- coincide en muchas personas que lo practican con un narcisismo que les impide AMAR LAS IMÁGENES.
En el mundo de la plástica, en el de la música, en el del cine, el creador o intérprete siempre tiene que "ser diferente", construirse una imagen externa. Esa necesidad de llamar la atención por la imagen, de construirse una identidad "distinta" a la de los seres vulgares, se ha extendido a buena parte de los círculos que rodean a los creadores e intérpretes-. Y parece que quiere contagiarse al mundo literario... PARA VENDER
Y veo, finalmente, que estas personas AMAN SU IMAGEN, pero NO AMAN REALMENTE LAS IMÁGENES.
Disiento de todo esto: afirmo que lo que realmente vale de una obra es la obra en sí, y no la firma, ni la persona que la hizo, y muchísimo menos su imagen, en especial cuando es tan impostada,
y traigo aquí todas estas imágenes de excelentes creadoras literarias y plásticas, la mayoría en su vejez:
¡Pero qué dos estupendas viejecitas!: con sus pechos caídos -y a ellas qué les importa- pero tan guapas, tan peinadas, arregladas, conjuntadas en sus ropas y complementos, con las gafas quitadas que estoy más guapa, tan coquetas. Y mira esa mano de Adrienne, ganchuda, delgada, con manchas, agarrando tan suavemente la muñeca de Mavis. Sonrientes, vitales, contentas a sus 77 y 84 años.
Qué decir de Ana Hatherly, quizá con setenta o setenta y tantos años en el tiempo de esa fotografía. ¿Qué me dice su retrato?: una mirada inteligente que mira compasiva e irónica hacia afuera, a nosotros, pero también se abisma en su interior. Un esbozo de sonrisa, una especie de luminosidad en su rostro decidido, con su pelo corto, teñido y desflecado. Fue ella quien dijo:
El artista, el poeta, el escritor, los que preguntan: todos son cazadores de simulacros, incansables calculadores de improbabilidades. Palomas o buitres, frágiles canarios o mirlos ocultos, raspan, rasgan, rompen, siempre royendo sus propias garras. Lo invisible que hay en ellos emerge entonces.
El hermoso, exótico, hermético rostro de Clarice, siempre perfectamente pintada, con un maquillaje que acentúa su dureza: unos ojos abismados, que parece que no nos ven o nos miran desde un infinito interior, muy lejano. Siempre con las uñas pintadas, un collar, un estupendo peinado de señora.
En esta foto de perfil, veo amargura o dolor, y mucha soledad. Y belleza.
Intuyo dientes apretados tras sus hermosos labios.
Una mujer seductora, sí, pero que impone.
¿Y nuestra anciana Ana María Matute? nuesta encantadora abuela traviesa, siempre arreglada, con sus bolsas en los ojos y su expresividad: abrazándose a sí misma, mostrándonos las arrugas de sus labios. O riendo, apoyada descuidadamente con sus manos tan grandes y sarmentosas.
Dulce e irónica, fue ella quien hace muy poco dijo:
Este gesto de Louise posando ante la cámara de Mapplethorpe, lo dice todo de ella: sentido del humor, autoparodia, inteligencia, ironía y sutileza.
Posar no es lo mismo para todos, obviamente. Esta señora tan vieja, una gran artista, cada vez más arrugada y flaca y con cara de pajarillo, pero con la melena suelta, sus pendientes, su boina, su gesto pícaro o pensativo.
Años antes Gego construyó sus gráciles esculturas de varillas concentrada con la colilla en la boca y el pañuelo en la cabeza: ella trabaja: Su aspecto físico no es importante. No posa: piensa .. y fuma y crea.
Ellas, posando o no, además de regalarnos sus magníficas obras, me muestran una belleza que no está a la venta ni pretende seducir para vender. Posiblemente la belleza de vidas lo bastante plenas, dedicadas a la creación para los demás y satisfactoria para ellas.
Esa es la belleza que aprecio: lo demás son
muñecos y simulacros
imitaciones de imágenes hipercodificadas
vacíos
Por último, decir que me gustó la poesía de Yolanda Castaño.
Buenas tardes
Hermosa entrada, me encanta... La singularidad y belleza del gesto frente a la "igualdad" del bótox...
ResponderEliminarBellísima entrada...
ResponderEliminarHace tiempo me dio por ver fotos de escritores, me deslumbró esa belleza desnuda, que ilumina la vejez, de Sharon Olds o Adrienne Rich, por ejemplo. Que dice mucho por sí misma, no como otra belleza autorreferente, que no va hacia ningún sitio más allá de sí misma.
Las viejas bonitas, las llamo yo. Y los viejos bonitos, que también hay unos cuantos.
Qué pasada de entrada. Yo quiero ser una viejecita bella y arrugada! :)
ResponderEliminarMe encanta Louise.
Qué grande, la Matute. (Yo cuando sea vieja quiero estar arrugá como una pasa, na más que pa dar por saco a Corporación Dermoestética. Por cierto, http://www.youtube.com/watch?v=XD3gGiT_Qng).
ResponderEliminarQué estupendos comentarios... pero todos de mujeres. ¿Qué opinarán los hombres de todo esto?
ResponderEliminarNo conocía ni a Sharon Olds ni a la cantante argentino de "Cuando tenga ochenta años", así que muchas gracias por dármelas a conocer.
Claro que también hay viejitos guapos y también me encantan.
Quizá sea algo idealista decirlo, pero creo que la belleza de un rostro viene del bienestar interno entendido como un estar de acuerdo con uno mismo, no de la guapura.
Que guapas todas.
ResponderEliminarEspecialmentre la Haterley, con esa mirada nunca sera vieja por mas años que cumpla.
Es la belleza que viene del interior, la que no se arruga con los años,la de la vida vivida y disfrutada,la de las cosas aprendidas la del "que risa me da todo ya" y la que hace que la exterior se mantenga eterna.