SOCIEDAD DE DILETANTES (, S.L.) & PAAARTNERS

(atadijos sin fraude) -equilibrios inefables-

domingo, 30 de junio de 2019

Foto familiar













Este retrato de niños de comienzos de los años 30 -1931 ó 32-  que tomó mi abuelo, representa a dos de sus hijas y cuatro de sus sobrinos.

Es verano, están sentados en el suelo en la terraza de la casa de S. A su izquierda, macetas con plantas, al fondo el muro de la vivienda.


La niña del centro, llena de ilusión, es mi madre. Detrás, semioculta, su hermana, mi tía Carmen. Rodeándolas, cuatro primos de diversas edades: una niña pequeña a la izquierda de la fotografía que se vuelve distraída o mirando a su hermana, la mayor del grupo, que mira sonriente y con confianza a la cámara.


Delante de ella, un muchacho menor que ella, de mirada concentrada y algo melancólica, que cruza los brazos y que confundí con mi tío. 

Al otro lado de la fotografía, asomando apenas los ojos y el flequillo tras la niña vuelta, otro niño. 

De los seis retratados solo se ve claramente el rostro de tres de ellos. 

Pero aún así busco en esta foto familiar rasgos conocidos, actitudes, la felicidad del verano sin sombras aún de la guerra civil que todo lo trastocó. El origen de lo que luego fueron estos niños, mi madre, mi tía, sus porqués, lo que conocí y lo que desconozco.  





Mi madre, en la ternura de sus dos o tres años, con su sonrisa confiada, ha debido de venir corriendo al llamado de la foto y se ha sentado en el centro muy contenta, de cualquier manera, como niña que es, apoyándose en el pie de la otra niña y la rodilla de su primo mayor.













La pequeña distraída que nos hurta su cara juguetea con sus manitas y su vestido.


















Todos ellos ya no existen, ni el abuelo que los retrató.


Queda plasmado el bello verano y el jolgorio de las fotos, muchas, a cuya  llamada imagino acudían acostumbrados y felices. 




Esta fotografía tiene su pequeño detalle que me impide mostrarla por completo, y hace de ella, para mí, algo más que una hermosa fotografía familiar.

Ese detalle es un conflicto actual, no de la época en que se tomó la fotografía ni de posteriores tiempos. Solo se percibe al ampliar la fotografía y observar sus detalles.

Una de las niñas, sentada como se sientan los críos, muestra sus piernas abiertas y con ello, que no lleva ropa interior, con lo cual muestra su desnudez con toda naturalidad.


Este pequeño detalle es una muestra de la espontaneidad con que se tomó la fotografía: la niña acudió corriendo a hacerse la foto y quizá escapó mientras le cambiaban las bragas. O bien, estaba sin ellas, a culo pajarero, como es tan habitual o ha sido tan habitual en otros tiempos menos pacatos, cuando los niños comienzan a orinar y se les deja libres de impedimentos para que aprendan a hacer pis sin ayuda.




Cuando he mostrado esta fotografía tan encantadora, luego he mostrado el detalle de la niña sin bragas. La primera reacción es sonrisa o risa. Pero en algunos casos se me ha advertido muy seriamente que no lleve esa fotografía conmigo, y en otros,  que no la muestre.

Los mismos que me han advertido esto,  han reconocido la exageración histérica que supone la advertencia, pero son los tiempos... añaden. Quienes me reconocen que ellos también han dejado a sus hijos en culo pajarero, pero siempre lejos de miradas indiscretas.

Otras personas que me han comentado, sin advertirme de nada, me han contado cómo hasta hace poco era muy habitual ver en sus pueblos a niños en culo pajarero sin ningún problema.


Sí, son tiempos de pacatería e hipocresía, de histeria colectiva ante "dónde van nuestras imágenes y qué uso puede hacer cualquier desaprensivo de ellas". Tiempos de mil y una prohibiciones sobre los niños, de histeria sobreprotectora sobre ellos mientras se les deja en casa o en los bares jugando con sus móviles. Tiempos en los que cualquiera es un "desaprensivo" potencial. 



Tiempos de prohibiciones e imposición de nuevos lenguajes en nombre de la corrección -léase LTI. La lengua del Tercer Reich: apuntes de un filólogo, de Victor Klemperer-, de falsas sobreprotecciones no pedidas y muchos miedos. Mientras lanzamos alegremente nuestra intimidad y nuestras imágenes por toda la red para uso y disfrute de cualquiera, y se encumbra al youtuber, al influencer o al artista más narcisista y exhibicionista.

Corrección, precisamente: corregir. Nos quieren corregir algo que no hacemos bien. ¿Quién decide lo que hacemos o no "bien"?
Quién decide lo que es "bien", "bueno". ¿Y para quién o quiénes? ¿Quiénes se están arrogando esos derechos morales sobre nosotros y tratan de imponérnoslos?
(Léase Lectura fácil, de Cristina Morales, por ejemplo)



Respecto al uso que "cualquier desaprensivo" pueda hacer de cualquier imagen,dada la amplitud de las filias de todo gusto, casi cualquier imagen, por inocua y asexuada que sea, puede ser fuente de excitación sexual para otras personas sin que seamos conscientes de ello o lo podamos siquiera imaginar. Y no es un asunto de la imagen en sí, sino de los deseos de ese otro que la mira cargándola de su deseo. El asunto no está en la imagen.


4 comentarios:

  1. Cuánto me gusta este tipo de reflexiones/meditaciones sobre las fotografías del pasado, o sobre las familias del pasado, o sobre nuestro propio pasado encarnado en personajes que nunca imaginaron que pudieran dar lugar a otros personajes, estos aún vivos, que somos nosotros. Ese partir la fotografía en trozos, el pasado troceado lo fue más por los avatares, de los cuales citas uno fundamental, la guerra civil, ese trocear y considerar la visión de un conjunto como si se pudiera abstraer partes, y por qué no.

    Respecto al libro de Klemperer, fundamental. Muy desconocido incluso para los modernos filólogos de toda laya, no digo para el españolito medio. Se vuelven a practicar usos del lenguaje dirigidos, se llamen o no LTI. Todos los que pelean ridículamente por estar en la foto de la gobernación del país o hacer cola por si les toca deberían proponerse su lectura desde un punto de vista ético.

    Un abrazo.

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  2. Gracias por tu comentario, Fackel. La LTI mejor que no la lean quienes vayan a ocupar cargos públicos, que la aplicarían al pie de la letra. Bastante está ya en el ambiente la imposición de usos manipulados del lenguaje.

    La fotografía la troceé por autocensura, para evitar mostrar la foto entera, que me guardo yo por el tema ya comentado, y por el interés en efecto, en buscar en los detalles lo que se escapó.

    La guerra civil tuvo que ser para toda la población un enorme corte en sus vidas, con su secuela de posguerra de hambre, miseria y acatamiento. Y para esos niños vestidos de blanco todas esas vivencias pudieron suponer muchos traumas que se manifestarían posteriormente.

    Un abrazo

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  3. Al ver la fotografía y todas las explicaciones que das, me ha venido a la memoria esta canción:Ternura
    "TENDRESA" (Lluís Llach)
    "Aquest camí que deixo enrere és llarg
    però em vull lleuger del seu bagatge,
    que res no em valen tants d'atzars,
    ni els vells camins, ni el blau del mar,
    si dintre seu no sento com batega, hi batega,
    el fràgil art de la tendresa...

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