I. LAVADORA
Artista desconocido (para mí), quizá colectivo: una lavadora situada bajo el dintel de una vivienda de piedra arruinada, ha ido siendo colonizada a lo largo del tiempo y abandono por tierra y vegetación, como la parcela vacía a su espalda.
Situada a las afueras de un pueblo en el Camino de Santiago que, siendo camino y recorrido ininterrumpido, está a la vez en el límite de dos regiones o autonomías políticas, demarcaciones que no lo son ni en el habla ni en el ser de sus habitantes. Ambas, zonas rurales alejadas de las capitales provinciales, picos de sus respectivas provincias y autonomías, con continuidad cultural entre ellas.
Desde hace décadas existen grupos artísticos que centran su actividad, o parte de ella, en intervenciones artísticas en el entorno rural, en la "naturaleza", entendida siempre como lugar humanizado, roturado, surcado de caminos y sendas y marcado por lindes de propiedad, que en cuanto se deja de su mano vuelve a ser invadido por vegetación y animales que van desdibujando la huella del hombre, invadiendo las viviendas, caminos, instalaciones u obras allí dispuestas, sujetas al abandono y a la posible vandalización.
Es en principio un continuación del land-art que parece dar la espalda a las prácticas artísticas enormemente publicitadas que muestran los grandes centros de arte, museos, ferias, galerías espacios expositivos y de comercio ubicados en las grandes ciudades,. Y frente a ellas, estas intervenciones son periféricas, y más aún cuando se realizan en zonas rurales y más en comunidades autónomas, con poca o aparente estructura ártritico-expositiva.
Camino del Agua, entre Mogarraz y Monforte, Sierra de Francia.
En una vuelta de tuerca, descubro, en contra de lo que yo creía, que algunas de estas instalaciones en caminos campestres son promovidas por entidades locales -diputaciones-, es decir, no tienen un origen espontáneo sino institucional, con el objeto de dar vida cultural y artística, o lo que es lo mismo, promover el turismo bajo estos subterfugios, en lugares que de por sí no necesitarían estos añadidos para tener su atractivo turístico, y que en el momento actual llegan a estar masificados -nosotros, los turistas-.
No juzgo en absoluto la participación, muchas veces gratuita y muy esforzada, de los artistas que dejaron allí sus obras con entusiasmo. Al contrario, valoro mucho las iniciativas de todos estos artistas del extrarradio o periféricos que han y están realizando sus obras y manteniendo una red de arte y grupos de arte en el ámbito rural para mí de gran valor.
Incido en la consideración que lo institucional tiene sobre el arte y su uso.
Disfruté de este bello camino del agua, sorprendida al encontrar las obras, para mí de diverso interés, pero algunas francamente divertidas y juguetonas.
II. LAVADORA DE NUEVO
He presentado la lavadora de Ferrerías como una obra plástica, es decir, hecha con un sentido.
Pero podría no ser sino un mero objeto abandonado que la desidia dejó allí arrumbado.
O una gamberrada de mozos un poco bebidos tras las fiestas del pueblo o pueblos aledaños.
Pregunté discretamente por ella en el pueblo y discretamente no me respondieron sin darle ninguna importancia.
Decidí hacer este fake y mostrarla como la sospeché y quise verla: puede ser una obra de arte, una intervención que me muestra precisamente en el camino por el que todos pasan y no se quedan, la despoblación de esta tierra, tema muy tratado en este momento y alarmante, del que los propios vecinos de Ferrerías nos hablaron.
Del que habla elocuentemente esa vivienda arruinada y otras más en la misma población y que son paisaje común en cada asentamiento rural en que nos paramos a echar un vistazo.
III. VUELTA DE TUERCA
Ni lo uno ni lo otro: la lavadora es un icono del Camino de Santiago, como he conocido en esta página:
https://www.jakobsweg.de/waschmaschine-2/
Un mojón en el mismo, poco antes de adentrarse en Galicia, una broma de los peregrinos, siempre tan necesitados de todo tipo de servicios y entre ellos el del lavado de ropa que tan bien les ofrecen en los diversos albergues, hospederías, hoteles, hostales y demás alojamientos de que tan bien dotado está este hermoso pueblo, Ferrerías, con su lavadora y sus gentes y su naturaleza, su río, su arroyo, su prado, su caserío.. y su lavadora.
IV. FINAL
He visto lo que he querido ver, a lo que me ha llevado mi deseo e interés, el mundo en el que ando metida, mi manera de mirar las cosas, los temas que están en los medios.... Y también mis ganas de jugar con los límites. Me he dejado engañar por mí misma y mis prejuicios.
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En relación con el arte y lo institucional, aclaro que no estoy en contra de todas las iniciativas promovidas por instituciones, ni mucho menos, y estoy viendo ahora propuestas de arte en la naturaleza, precisamente, promovidas por la Diputación de León con mucho entusiasmo y variedad
De hecho, sin el apoyo institucional no se podrían llevar a cabo ni yo habría podido llevar a cabo casi nada (en mi caso de lo expuesto más alguna beca).
Creo que hay que ver, antes de entrar en un proyecto institucional o no, cuál es su finalidad, qué pretende.
Una lavadora simpática. El arte a veces es situar un objeto donde no tendría que estar.
ResponderEliminarEn parte, sí, Xavier, y a esta "operación" se le llama "descontextualización". En este caso la historia de esta lavadora es que fue dejada allí a la espera de un traslado a otro sitio, decorada con tiestos y fue así como se hizo un mojón simpático en el Camino de Santiago. Cuando la vi hace dos años tuve sospechas de que fuera una gamberrada o de que fuera una intervención artística en la periferia. He jugado con este equívoco, o más bien, estas dos posibilidades. Ambas hablan de lo mismo: abandono, despoblación, y todos estos temas que además, mira tú, están tan de moda. Un abrazo, querido
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