Capucha de organza -realizada a mano- con rejilla anterior que cubre todo el rostro.
Ocurrió que tras acabar el burqa, me apeteció mucho seguir agujereando tela con punzón y recogiendo sus hilillos en una especie de vainica que forma una rejilla.
Hice la vainica en un gran retal que sobró del burqa, organza, y fui ampliándola con forma redondeada, hasta que llegué a un borde de la tela deshilado que me paró. El resto tenía forma ovalada salvo por ese lado.
Dejé descansar la vainica rejilla y anduvo rodando por el estudio mientras daba vueltas a qué hacer con ella. Pensaba en algo que tapara la cara, pese a la transparencia del tejido y lo que deja ver la propia rejilla.
A comienzos de abril estuve ya segura e que quería hacer una capucha donde se insertara la rejilla en la zona de la cara.
El patrón para hacer la capucha lo encontré en El Baúl de las Costureras, en el post "Capucha: trazado básico" de Maria Elena Garcia Guanaguanay, del 9 de diciembre de 2011: a ella le agradezco que me facilitara el trabajo con tanta exactitud y perfección. Siguiéndolo se hace perfectamente una capucha, cosa que me parece utilísima.
Al patrón de María Elena, le añadí el pico superior de la cocorota porque me apetecía y conjugaba con la idea de mi capucha con rejilla.
Tuve que hacer un par de virguerías de las que me siento muy orgullosa y con las que he aprendido mucho: añadir tela al borde de la rejilla que se cortaba abruptamente, y seguir haciendo la rejilla allí hasta alcanzar la forma ovalada del resto.
Y hacer la pieza delantera, donde se inserta cosida la rejilla, que se une al resto de la capucha. (Todo con sus rematitos y cien mil orillados,pues esta tela se deshila con rozarla).
Luego me puse la capucha para enseñársela a mis compañeras de trabajo, con gran juerga y algún que otro susto. Me hubiera gustado atender así ese día, y permiso me dio mi superiora -cualquier día nos vamos de Carmen Miranda al curro-.
Ese día una de mis compañeras tomó está foto que de inmediato me recordó a las pinturas de Hammershoi, que publiqué tan silenciosamente como parecen moverse las mujeres de sus pinturas.
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