SOCIEDAD DE DILETANTES (, S.L.) & PAAARTNERS

(atadijos sin fraude) -equilibrios inefables-

miércoles, 13 de enero de 2010

nosotras las inadaptadas. María do Cebreiro



nosotras las inadaptadas
huimos del infinito que llevamos en nosotras


Sin nada que perder peregrinamos
en dirección a delfos, y en delfos cultivamos asfodelos
y otros euforizantes
sin marca comercial.
Las sombras desdoblaban el perfil de las campanas,
nunca el de nuestro cuerpo,
y por eso no había puntos de referencia
ni tampoco de apoyo: mundo que remover.
Después nos enredábamos
en la serpiente bífida, los misterios del alma:
dígame cuál es, pues,
la causa de su tristeza.
El abismo dista metros de las paredes del templo
y las hiedras disfrutaban apresándonos.
Allí comprobaremos cuánto de purificación
y cuánto de lejía había en nuestros hálitos
abrasivos
letales.
Abriremos sin miedo
la caja de pandora: es injusto que la esperanza
sea el único atributo.
Sin fe, sin caridad deambulamos por delfos
y también sin las tres
virtudes teologales: alma, corazón, vida.


Queríamos tener, por descontado,
alma (para conquistarte)
corazón (para quererte) y sobre todo vida
(para vivirla junto a ti). Nosotras las inadaptadas
huimos del infinito que llevamos en nosotras
y a veces sospechamos
que la vida reconoce como constitutivos de su esencia
más de tres ingredientes.
Serán pues los caminos del señor realmente inescrutables.


Por eso era tan fácil que nos abismáramos ante
la bendita inconsciencia de tanta finitud.
El acabamiento marca
los últimos principios de lo real.
Y nos enamorábamos de apolo, o mejor de tiresias
porque tiene dos partes 
y varias dimensiones. Y juntos ingerimos fluoxetina
para elevar el ánimo,
en busca del secreto de los seres infinitos
dentro de un mismo ser, del efecto producido
por los alucinogenos. Confundimos después
la parte más externa de la vista
con los cristales de colores.


Recuerdo aquella vez que yo te conocí.


Pero olvido, por contra, pormenores:
en las cortas distancias
los lobos asaltaban pobres niñas
vestidas de encarnado
pasando por encima del árbol de la sangre.


Soy la mujer de rojo,
la de sangre siniestra y temeraria,
la víctima primera de un arte corporal
que consistía en tener
anfibios apresados en las rodillas.


Una palabra mía te podría curar,
a ti que no precisas salvación.
Por qué fuera del cuento nunca 
se sana
sana.
Ni tan siquiera hamlet, armado con su paz,
con mi buril.
hamlet de dinamarca,
a quien mi solo amor hizo inmortal.


María do Cebreiro
Nosotras, las inadaptadas (2002)
en Objetos perdidos 
Trea, 2007 



 

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