Y es que están los Diletantes inquietantes, posauráticos o algo aún peor: preformativizados, quizá.
No me es fácil hacer el diagnóstico del mal que les aqueja y trastorna de este modo.
Han estado leyendo textos sobre los alrededores del arte contemporáneo, eso lo sé.
Y algo les ha ocurrido.
Me han dicho esto:
..] a partir de su especificidad territorializadora en la segmentación de las propuestas culturales -y cultuales - de las nuevas prácticas museográficas en las geografías dinamizadoras de su verbalidad manifiesta: polarizando las cuestiones a debate, podrían y deberían reinstalarse las significaciones a tratar dentro de una perspicacia simbólico-comunicativa que satisficiera todos los segmentos de la tan segmentada polaridad de los eficientes -y un tanto rocambolescamente llamados comunicadores culturales -o cultuales- dentro de la facticidad y un tanto al margen de su genética simbólico-comunicativa- en la dinamicidad específica del territorio en cuestionamiento.
Es decir: las propuestas o dispositivos son instrumentalizados social y económica y verbalmente hablando desde perspectivas pseudo ejemplarizantes del cuestionamiento específico de la globalidad de las prácticas así nominadas en la tematización.
¿me explico?
No sé, no sé, no lo veo yo claro...
Quizá haya que llamar al hermeneuta o al hermenauta, o a los dos.
Probablemente me digan que padecen confusión lingüística -y mental- que adolecen de un abuso de términos abstractos, anacolutos, vacío de ideas, logorrea, palabraría en definitiva, de esa que sirve para alargar discursos embrollados creyendo que se dice
cuando no se dice nada,
y creyendo que los demás se lo creen (el discurso).
Cosas muy propias de egos como museos, por otra parte
y que me extraña en los diletantes, pero... todo se contagia
Vamos, que tienen una buena pedrada
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