Para el taller sobre vegetales anunciado en la entrada anterior, de la tarde del sábado 25, en La Fontanería Crea, ha ido recolectando los fragmentos de seres que me han salido al encuentro en estos día se lluvia y viento, muy propicios para que los árboles lluevan hasta nidos.
Me he reencontrado con los que tenía guardados: montones de pétalos y aladas semillas en sámaras, un inventario de palitos, pelusa seminal de chopo quizá del año pasado o del anterior, que se encuentra con la recién caída con sus ramas, encerrada en sus cápsulas y empapada de lluvia, que no tarda en secar y emerger alegremente de las cápsulas.
Los dientes de león me han vuelto a sorprender: recogí sus largos tallos huecos, sin apenas un vilano, pensando que habían sido arrasados ya por el viento, y cuando me dí la vuelta, varios se habían abierto en fruto vilano más vilano más vilano flotando en el agua perfectos.
Y es que ellos no paran de moverse y cambiar. Y yo no dejo de sorprenderme y encontrar seres nuevos.
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