En la ultima entrada, Pasajes melancólicos, publicada en el blog del Minotauro Digital por Santiago, imagina a Walter Banjamin deambulando por el deslumbrante París de la Modernidad, vagando por los pasajes comerciales, dejándose seducir por las llamadas de sus escaparates con mercancías venidas de todas partes... y su intento de recuperación arqueológica de todo este mundo de consumo y arquitecturas urbanas en los "Pasajes".
"obervaría con toda seguridad cómo los objetos se van ajando.
Sería entonces cuando comprendió que el uso es consumo y desgaste"
uso, consumo, desgaste, ajar, palabras que me llevan a DETERIORO
Esta fotografía muestra la parte posterior de un grabado fechado en su cara anterior en 1631.
(El grabado reproduce una pintura francesa de la época de amable temática religiosa)
Presenta: manchas de humedad y otras inclasificables, bandas de refuerzo de papel, atravesando el papel en cruz y conteniendo sus bordes -bandas que me parecen vendas- en una intervención restauradora propia del siglo XIX,
una inscripción con tinta sepia en el cuadrante inferior izquierdo -4 R., es decir, 4 reales, el precio en algún punto de sus avatares-, cifras que parecen una cuenta en el cuadrante superior derecho,
un dibujo a lápiz, esbozo de un ojo, sobre el papel de refuerzo en el borde del cuadrante inferior izquierdo.
Y grietas, manchas de tinta, una mancha de óleo ocre claro, marcas de haber estado doblado en cuatro, otras horizontales de haber permenecido enrollado.
Todo esto son vestigios de un uso y una historia que asombrosamente, a pesar de todo, ha llegado aún a este 2009.
Y dicen: fue guardado en diferentes ocasiones, fue utilizado quizá en el taller de un pintor , quizá pintor aficionado según la época (los grabados se hicieron en principio para difundir obras pictóricas, escultóricas, arquitectónicas -éste representa una pintura francesa desaparecida allá por la Revolución- y abundaban en los talleres de pintores, que aprendían las figuras y estilos creados en otros lugares.
Dicen: fue vendido -aquellas periódicas deblacles de los grandes financieros-coleccionistas del siglo XIX, los cambios de gusto de comienzos de ese siglo que quitaban los cuadros de las paredes palaciegas para enmoquetarlos a la nueva moda francesa, otros múltiples cambios de gusto y apreciación de las obras, la decadencia económica de la nobleza, la eterna y avarienta miopía eclesial que pervive aún tan ricamente: de repente inundaban el mercado de obras de todo tipo y se vendían grecos en los chamarileros.*
Dicen además: perdido el recuerdo de su valor, fue utilizado como papel para hacer unas cuentas.
Sin valor actualmente
"en caso de restaurarlo su valor pude ser... 250 €"
"ahora no se llevan las obras de temática religiosa"
"dada la situación actual del mercado y del mercado de antigüedades en este momento"
Un grabador se esforzó en su trabajo hace siglos, y con la nueva técnica del grabado en plancha de cobre, reprodujo la obra de un pintor, probablemente a petición suya, quien también se esforzó, viajó a Italia, se hizo con las nuevas formas manieristas, volvió a su país, creó escuela y tuvo éxito (temporal).
Gentes diversas utilizaron esta obra, la contemplaron, rezaron ante ella, aprendieron con ella, ganaron 4 reales vendiéndola, alguien la compró, la apreció, la hizo restaurar, la guardó.
Todo eso no tiene importancia, no vale
A partir de toda esta experiencia y reflexión, el verano del año pasado hice esta obra "Del deterioro", con tinta y acuarela sobre delicado papel de seda, de tamaño cuartilla, como se decía antes.
Es solo un papel manchado con el cuidado y la paciencia que impone la tinta: intenta reflejar huellas del uso y del desuso, del paso del tiempo, y esa pérdida de valor: papel manchado.
También hice esta otra, dentro de la poética del deterioro y la desvalorización.
Realizada en papel de seda, recoge las improntas dejadas por otra obra que realicé encima de ella, con punzón sobre papel entintado -falso grabado- con elaboración posterior a tinta. Las marcas y roturas son huellas de la otra.
Pero:
deterioros que son huellas y que producen nuevas obras
desvalorizaciones que nos reafirman
Sí, hay hálito y aura
algo queda siempre y ese algo nos mueve
*Esta información es mi recuerdo de la monumental "Dispersión y destrucción del patrimonio artístico español", 5 tomos con magníficas reproducciones de las obras, escrito por Francisco Fernández Pardo.
Su lectura me resultó interantísima y fascinante, aunque no puedo estar de acuerdo con su minusvaloración del arte contemporáneo.
Ese esbozo de ojo que mira por detrás me parece muy inquietante.
ResponderEliminarMi Anonimo se inquieta mucho: pero tienes razón: un ojo que mira por detrás es desasosegante.
ResponderEliminarSin embargo ahora caigo que el ojo que mira por detrás es nuestro familiar tercer ojo, sobre quien Quevedo escribió un libro entero con sus gracias y desgracias.
Mi Anónimo asustadizo: no te inquietes.