Ayer Santiago publicó en la Bitácora del Minotauro Digital una reflexión titulada "Borrar las huellas":
Después de una hermosa entrada sobre las huellas de su niñez en la arena de la playa borradas por las olas, Santiago pasa a hablar de lo contrario a este no dejar huellas: TODO ES ARCHIVO, un inmenso archivo al que contribuimos todos los usuarios de internet, que por todas partes vamos dejando huellas y añadiendo más material insignificante al archivo universal, al museo universal de lo inane.
Esta obra de abajo, titulada "archivos melancólicos" quiere recoger algo de esta sensación: mi escritura con bolígrafo negro está tapada con bolígrafo de gel blanco, siguiendo los renglones y columnas de los periódicos sobre un papel algo encerado semitransparente. No es papel de periódico lo que hay debajo ni lo finge. Pero hace referencia a la acumulación de palabras que nos regala la prensa (se puede aplicar a la proliferación de palabras e imágenes en la red).
Durante algunos años trabajé tapando plúmbeos artículos "de opinión" e incomprensibles pero detestables -para mí- "cotizaciones de bolsa", feliz cuando el pesado de turno ocupaba una hoja entera del periódico -bajaba entonces al kiosko y compraba 6 u 8 ejemplares-.
El resultado de esta operación, visto a distancia es una dura geometría de rallitas horizontales de color blanco agrisado sobre el color más cremoso de los márgenes del papel de periódico, que hace más visible el peso de lo tapado.
Vistos de cerca son una especie de sopita de la que emergen trozos de letras, signos ortográficos.... residuos de textos.
¿Hay algo más melancólico que un archivo?
Por otra parte, para un lector particular no coleccionista, un periódico leído acaba en el contenedor de papel: y sigue un proceso de re-ciclado en el que vuelve de nuevo a ser soporte para más periódicos, noticias, opiniones que pasan, que van a la basura contenedora recicladora. Este destino cíclico y de degradación del soporte, sumado a lo efímero del contenido llena de melancolía a estos papeles escritos periódicos.
Lo guardemos o lo perdamos hay melancolía, aunque provenga de distintos
lugares de nuestro estar.
Además de la opción de perder la memoria, borrar las huellas, quedarnos en silecio, que señala Santiago, también podemos optar por sumarnos al ruido general, añadir más confusión a la confusión,
taparnos unos a otros las huellas a base de aportar más imágenes y palabras a la acumulación.
O bien, humildemente dejar escapar nuestra vocecita,
sacar a pasear nuestras pequeñas imágenes.
La obra archivos melancólicos, de 60x 80 cm. fué expuesta en 2006 en la exposición "signos mínimos",
al igual que la obra superior, similar a esta, realizada sobre papel vegatal y de tamaño 21 x 28 cm.
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