Ángulo ciego es una obra realizada en 2005 con bolígrafo de gel plateado y brillante sobre papel de celofán (brillante también), colocada sobre un papel metalizado (plateado) de brillo satinado (no refleja imágenes, pero sí las sombras al pasar ante él).
La superficie del papel de celofán está cubierta con trazos de bolígrafo como se ve en la imagen inferior, detalle de una obra de realización similar, Lepismas (2004). En estas dos obras la lámina de celofán está sujeta al fondo sólo por su parte superior, lo que le permite cierto movimiento.
Ya se sabe, por corrientes de airecillo, incluyendo la que generamos al pasar junto a la obra.
Los trazos de bolígrafo sobre el papel transparente de celofán se proyectan sobre el fondo (plateado o blanco) sobre el que flota -sólo sujeto por la parte superior-. Se crea así una confusión visual entre el trazo (real) y su sombra.
Tanto el celofán, como el bolígrafo utilizado para los trazos brillan, lo que genera más confusión, pues atrapan vagamente las imágenes que hay delante, y además, en las zonas reflectantes se pierde o distorsiona el trazo, "no se ve".
La superficie del papel de celofán está ondulada de forma irregular debido a las tensiones de la humedad que produjo el gel del bolígrafo de los trazos.
Lepismas (2004)
Lepismas está enmarcada sin cristal, para facilitar la visión de toda esta fantasmagoría de reflejos, sombras, brillos y desapariciones, y para potenciarla, al permitir el movimiento de la lámina de celofán, que propicia más confusión.
Ángulo ciego (2005)
Ángulo ciego es un conjunto constituido por la obra en sí, flotando sobre la cartulina "plateada" y satinada, el marco muy similar y el cristal.
La superposición de la obra sobre el fondo "plateado" transforma el color de los trazos en un plata blanquecino muy tenue. De manera que la obra vista así parece una especie de nube vaporosa blanca donde se agitan trazos.
Al añadir todo el tema de los brillos, sombras proyectadas, y demas fantasmagorías, y al añadir además el cristal, con su propio brillo y reflejos, ocurre que la obra no se deja ver: hay que buscarle el ángulo donde de repente aparece.
Ese punto o puntos donde es posible la visión varía con la ubicación de la obra, a causa de la luz -supongo que fundamentalmente- y su despliegue a lo largo del día en una casa sin focos.
Pero en una sala de exposiciones con sus focos se supone que bien colocados, ocurre lo mismo: la obra aparece en algunos puntos en los que se coloca el espectador, no en todos - se escamotea a la visión-
Sí, lo sé y siempre lo supe: la lámina de celofán con sus trazos plateados, colocada sobre un soporte oscuro dejaría ver perfectamente los trazos. Pero esa no era mi intención al hacer estas dos obras y otras más de esta serie.
Lo que busqué al hacerla/s era la desaparición, el escamoteo a la visión, la confusión visual, la repentina aparición (¡Ah!, aquí sí se ve).
Y hacer que ante la obra, debamos andar o bailotear en torno a ella para encontrarla. No mirarla pasivamente desde un punto fijo y frontal.
Y estas son las chuminadas o pijoterías a las que nos dedicamos algunos "artistas" plásticos.
Nuestras cosillas. Juegos, cosas intrascendentes..
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Su poética es extraordinaria y el título es de lo más acertado.
ResponderEliminarBueno, otros se dedican a coger, robar, depredar y estafar sin importarles descalabrar el mundo. Tratar de hacer cosas bellas, al menos, no hace daño, y eso es algo que merece la pena.
ResponderEliminarGracias a los dos. "Descalabrar el mundo", muy bueno.
ResponderEliminarCon esas consideraciones sobre la intrascendencia de este quehacer, quería relativizar, entre otras cosas, la importancia de la figura del "artista", o poeta, o creador. Pero más aún maldecir la obscenidad de los que se dedican a DESCALABRAR EL MUNDO, los poderosos, los que desgraciadamente sí son "importantes" (asquerosamente importantes)
En lo intrascendente está lo más trascendente que yo he conocido. Entre otras cosas, la humilde certeza del arte en la mirada.
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