SOCIEDAD DE DILETANTES (, S.L.) & PAAARTNERS

(atadijos sin fraude) -equilibrios inefables-

viernes, 7 de enero de 2011

"El paño de la Verónica", de Doménikos Theotokópoulus El Greco


El Greco (Doménikos Theotokópoulus para los amigos) es uno de los pintores antiguos que más nos gustan a los diletantes and Paaartners:












y esta obra, El paño de la Verónica, de la cual hay unas cuantas versiones - ya buscaré la información en un arranque de erudicción), es de las más fascinantes para nosotros.


 

Nos salió al paso en el Hospital de Santa Cruz de Toledo, cuya estructura como edificio y su magnificencia merecen por sí solo una visita, y como este edificio acoge una colección pública de obras de arte, y es una sucursal -disculpen la palabreja- del Museo del Prado... permiten fotografiar las obras.


Cosa que no ocurre en conventos de monjitas y hospitales ducales o paraducales de esta misma ciudad de Toledo, por mucho Greco que exhiban, y cosa que a los diletantes nos fastidia mucho, porque los jodíos detentadores de esas obras TAMPOCO te venden postalitas de las piezas que a nosotros nos interesa fotografiar. Eso sí, pastitas y pañitos y visitas guiadas para un  nivel cultural muyy bajito, de eso sí tienen, y cobrando.

Tras este desahogo, sólo señalar cómo la cara del paño, el retrato de Cristo recogido por la Verónica al enjuagarle la cara, en ese trozo tan blanco  y luminoso en contraste con la oscuridad  en la que se pierde la pintura, del que emerge con su mirada fija dirigida al espectador, su aspecto de icono, su mayor visibilidad ante la imagen más etérea de la Verónica... atrae toda la mirada, se come el cuadro, se sale de él.


Pero la Verónica, sus manos, su gesto elegante, su mirada elusiva -¿a dónde mira bajo sus velos transparentes?

 

Y en una pintura tan austera de composición y color, es un placer fijarse en las pequeñas líneas de color que adornan el paño, en las arrugas que lo atraviesan sin desfigurar el rostro de cristo, sobrepuesto a estos incidentes. 

Algo magnífico, cómo no.


Si es que nos gusta mucho el Greco, Doménikos, no podemos evitarlo

2 comentarios:

  1. Las arrugas del tiempo, o quién sabe de qué más, no afectan al rostro de Cristo que el autor salvaguarda enigmáticamente.
    La verdad es que las pastas de las monjas -qué ricas- es un placer que no nos importa frecuentar.

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  2. Ay las monjitas y sus pastitas y sus obras de arte escondiditas: en ese convento de Toledo tenían un retablo entero de El Greco y varias obras más de mucho interés. Logré robarles algunas fotos hasta que me dieron el alto muy autoritariamente: y no compré pastitas.
    Saludos

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