Antes de decretarse el estado de alerta en el que aún vivimos
hubo una paulatina asunción por nuestra conciencia y nuestros cuerpos de lo que estaba ocurriendo y por venir.
Así, el viernes 13 de marzo, toda yo estaba pendiente de la llegada de un aviso de cualquier autoridad que pusiera fin al trabajo, que nos enviara a casa, que clausurara definitivamente los edificios casi vacíos y sin funciones apenas.
Los aeropuertos vacíos, las ciudades blindadas, los viajes cancelados y la reclusión de consumidores en su casa por miedo a un coronavirus que ya ha causado más de 3.000 muertes y casi 100.000 infectados, pueden infligir un daño terrible a la economía si no se pone freno a la epidemia.Veinte minutos, 2 de marzo
En una agonía en la que ya sabíamos desde días antes, y a lo largo de toda aquella semana que empezó por lunes 9, que aquello tan lejano del virus nos iba a alcanzar nos estaba alcanzando nos había alcanzado.
Mientras el doctorando chino pasaba por el pasillo con su mascarilla
Fueron las progresivas e imparables medidas higiénico-sanitarias en el trabajo lo que realmente tomó conciencia en mi cuerpo, encarnándose en actitudes y vigilancia de las mías y ajenas, en un estado de alerta físico y psíquico que antecedió realmente a la declaración estatal: ésta, inquietante, ponía al fin cierto orden y lógica a la necesidad experimentada. La acalmaba dentro de toda la desazón.
Durante la semana del 1 al 8, Teresa y yo comentábamos asombradas las noticias e imágenes que provenían de China y Corea como distópicas y posapocalípticas, analizando por mi parte como propaganda de poderío ante la epidemia hacia el extranjero el hormigueo de excavadoras estorbándose para levantar un megahospital en días, o las hileras de hombres posapocalípticos avanzando como un ejército imparable fumigando calles y estaciones.
Yohan. Reuters. Tomado de LaVanguardia. 29 febrero 2020. Corea del Sur
Reuters
En breve e imparable tiempo nos encontramos diciendo La distopía es ya. Es aquí.
Carlo Spotorno
Unidad NBQ (Nuclear, Biológica y Química) de la Brigada paracaidista de Alcalá de Henares entran a descontaminar una residencia de mayores.
Con Jesús Rodríguez, para @elpaissemanal https://elpais.com/elpais/2020/04/02/eps/1585831416_096830.html
Publicación del 10 de abril
Nuestra distopía ha sido,sin embargo, casera, hogareña, familiar,de andar por casa. Incluso en zapatillas.
Pese a todos los fallecidos, los que han estado en la UCI, en el hospital, los que lo pasaron en casa, conocidos,amigos y seres queridos entre todos ellos. Pese al escalofrío.
Y esta magnífica fotografía de Carlo Spotorno refleja el tono de nuestra distopía, con los ancianos de la residencia viendo pasar con mirada muy tranquila a los distópicos y marciales hombre de la BriPac .
Un día de confinamiento extremo vi desde mi casa, asomada a la ventana con mis vecinos de enfrente,un dispositivo para recoger a una persona presuntamente afectada por Covid de algún local o de la calle justo debajo de mi vivienda.
El ruido de sirenas me alertó: consistía en dos coches de policía y dos ambulancias de SAMUR ocupando un carril de la calzada, yendo y viniendo totalmente cubiertos de sus coches a un lugar de expectación bajo mi ventana.
Un coche que pasaba quiso parar para fisgar el operativo y quién era el presunto enfermo, a lo que un policía cubierto a trozos por todo tipo de EPIS -bolsas en los zapatos incluidas- le espetó muy alto y claro "¡Circule, joder!".
Tras un rato, llegó silenciosa otra ambulancia más, más pequeña y con un pequeño cartel en el parabrisas donde se leía "Transporte COVID". De ella bajaron dos seres con los trajes EPIS blancos tipo "astronauta". Sacaron instrumental, y entre ellos una cosa vieja con ruedas pintada de azul chillón, que resultó ser la silla para transportar al paciente.
Tras un rato, y previo repliegue de policías y restantes sanitarios, sacaron a una anciana. Una anciana vestida de negro con su bolso, y el abrigo quitado, que deseaba andar, no que la llevaran en aquella silla azul con ruedas, que se mantuvo de pie en la calle fuera de la ambulancia mientras preparaban el interior.
NOTA: He tardado mucho en escribir estas líneas que se me han resistido.
En el relato de la anciana y el despliegue del operativo COVID, se mezclan la piedad y el golpe emocional que me produjo ver a la anciana -a dónde se la llevarían, qué sería de ella, qué soledad tendría..- con el respeto agradecido a todos los que participaron en él, a quienes los vecinos, conmocionados,despedimos con un torpe aplauso, y la mezcla de tecnología y cosa de andar por casa que,a mi modo de ver, es nuestra distopía.
Como cuando oigo a mi vecino cantar La covid, la covid...
Reuters. Lugar y fecha poco claro.
Recordaremos estas imágenes y nuestras sensaciones durante mucho tiempo.
ResponderEliminarPara muchas de las personas enfermas i sus familiares llegó la apocalipsis.
ResponderEliminarNarras muy bien la vivencia de la señora que se llevaron en la silla de ruedas azul.
Contemplé en la calle una escena parecida de los Bombers de Barcelona preparándose para desinfectar una residencia para gente mayor en Sants. Al natural impresiona más que por la televisión.
Hemos vivido y aún vivimos escenas que no hubiésemos imaginado. Y tal vez no seran las últimas?
Salut, Casilda.
Así, es, Pedro y Xavier: no hubiésemos imaginado que esto pudiera llegar a hacerse real y aquí, este apocalipsis en nuestras vida. Va pasando, pero ya sabemos que los científicos avisan, dentro de la asunción de que sus conocimientos no son exactos como algunos les exigen, que puede haber una nueva oleada de este virus y puede haber otras pandemias por otros.
ResponderEliminarY sí, recordaremos estas imágenes y nuestras sensaciones, Pedro, que nos han detenido la vida que llevábamos. Pero también otras, quizá más íntimas y gratas, que también hemos vivido en este tiempo.
Gracias a los dos, que ahí continuáis, comentando, con vuestra mochila de experiencia y vuestra mirada.
Abrazos